sábado, 29 de agosto de 2015

Un gran libro llamado Prico (Parte II)


"¡Reconozco que eres el Autor de este libro!"  fue lo último que le dije.

Ha pasado mucho tiempo después de eso, mas sin embargo volví a interrumpirlo. "Aún no termino", me dijo con amor. Pero insistí, me desesperé y volví a tocar ese Gran Libro llamado Prico.

"¡Ya termina! Quiero saber lo que estás haciendo."

Sólo quería saber cómo terminaría este libro, cuál será el próximo capítulo, cuál era el propósito de los anteriores. Cada página tenía una intención, cada fracaso, cada éxito, cada punto, cada coma.

"¡Auch!" - grité. "¿Qué estás haciendo? ¿No se supone que no debería dolerme?", le decía cada vez que sentía la presión del pasado. Me desesperé y preferí observarlo de lejos, y mientras más lejos menos entendía el objetivo de lo que hacía conmigo, sólo pensaba que tanto tiempo invertido en arreglar las páginas que destruí era un desperdicio.

- No entiendo lo que haces.
- Espera, ya te muestro.
- Pero quiero saber ahora, me estoy desesperando.

Esa fue nuestra corta conversación, no lo dejé responder y me fui con mi libro en mano. Total, al final es mi libro, es mi historia. Pero olvidé que no soy la Autora.

Dejé de esperar, dejé de confiar, dejé de soñar.

Con gran facilidad abandoné lo que un día amé, olvidé lo que un día me regalaron. Poco a poco murieron mis sueños, olvidé esas promesas, dejé de perseverar. Borré cada coma que Él había puesto, le dije "HASTA AQUÍ" a cada frase de mi libro que iba a continuar con quién sabe qué, no tenía tiempo para esperar, me era más fácil renunciar a todo lo que ameritaba una pausa. Cada punto que había finalizado algo en mi vida, lo convertí en una coma y quise volver a esos lugares donde Él ya se había marchado. Le di otro giro a la historia de mi vida, otra vez.

Mientras yo escribo, muero. 

- No olvides lo que te prometí, no olvides para qué te creé.
- Pero ...

No pude ni siquiera terminar de hablar, esta vez fue a mi a quien interrumpieron, fue a mi a quien fueron a buscar.

- Si hubieras llegado antes, nada de esto hubiese pasado. Pero yo sé que aun ahora lo puedes arreglar. No quiero que pienses que sólo te necesito para que arregles mis desastres, te necesito siempre, pero a veces lo olvido.

No me quedó de otra que entregarle esas páginas que un día Él empezó, yo destruí, Él las continuó ... y yo las volví a cambiar.

- ¿Por qué no me dices nada? ¿Por qué me miras así con tanto amor? No lo merezco. ¡Dime algo!

No me dijo nada y tuve que esperar. Me costó pero, entendí que un silencio no es un final, entendí que debo levantar la mirada cuantas veces deba levantarla, gritar cuantas veces tenga que gritar, recordar Sus promesas cuantas veces tenga que recordarlas, desesperarme, llorar... hasta ver lo que un día Él me prometió, pero nunca debo dejar de soñar, de esperar.

Y Él, con amor y paciencia, espera un nuevo atardecer, prepara un nuevo café, vuelve a Su lápiz  y continúa escribiendo con una gran sonrisa en su rostro ese gran libro llamado Prico.

Mientras Él escribe, vivo. 


(Parte I: - Un gran libro llamado Prico  )